No queda otra. Cada vez que pase por la puerta de tu casa me tocará vestir de negro, me tocará recordar y volver a perder aunque todo esté más que perdido y enterrado. No hay luz en tu calle, la llegamos a alumbrar juntos en su día, pero la luna es la única que te quiere saludar, y qué casualidad…siempre de noche; cuando salen las almas en pena.
Si alguna vez te alumbra de día, por favor, que no te ataquen las ilusiones, no pienses que has ganado. Simplemente hay esperanza, te da su luz para que puedas ver y volar, volar muy alto. Más alto que nunca. Ahí es cuando realmente se podrá decir que has ganado.
Pero recuerda que el pájaro sin dueño soy yo, aunque tú fueses, repito, fueses, mi cielo.